Un país amputado del tercio de sus territoris
EL REPARTO DE POLONIA
El 25 de julio de 1772, un país, cuya población se enorgullese de ser la nación más antigua de Europa, ve su territorio amputado y repartido entre sus tres poderosas vecinas: Prusia, Austria y Rusia. Polonia, al cabo de un siglo de crisis, conoce su primer reparto.
Desde la muerte del último gran rey de Polonia, Juan III Sobieski, vencedor de los turcos en el sitio de Viena, el Estado polaco vive, en efecto, en una situación de anarquía crónica, y su decadencia política es tal que los estados extranjeros han adoptado la costumbre de inmiscuirse constantemente en sus asuntos internos.
Un Estado codiciado
Con diecisiete millones de habitantes, mayoritariamente campesinos, católicos, protestantes u ortodoxos, Polonia es, en pleno siglo XVIII, uno de los países más vastos de Europa, compuesto por tierras fértiles y ciudades antiguas. El país es codiciado por las monarquías absolutas que se han constituido en sus fronteras: el Imperio ruso, al este; Prusia, al oeste; y Austria, al sur. El Estado polaco es también una república, que gobierna a título no hereditario un rey, elegido por los nobles. Ese rey comparte el poder con dos asambleas, el Senado y la Cámara de los nuncios, que juntos forman la Dieta, que se reúne cada dos años. El uso del liberum veto, que permite a un solo miembro de esta Dieta oponerse a la puesta en vigor de una decisión, paraliza su funcionamiento, mientras que la política de clanes, que enfrenta a varias familias y grupos de familias nobles polacas, favorece las intervenciones extranjeras, cuando llega el momento de elegir al rey..
Cuadro El pastel de los reyes o Alegoría del reparto de Polonia, grabado del s. XVIII
EL REPARTO DE POLONIA
El 25 de julio de 1772, un país, cuya población se enorgullese de ser la nación más antigua de Europa, ve su territorio amputado y repartido entre sus tres poderosas vecinas: Prusia, Austria y Rusia. Polonia, al cabo de un siglo de crisis, conoce su primer reparto.
Desde la muerte del último gran rey de Polonia, Juan III Sobieski, vencedor de los turcos en el sitio de Viena, el Estado polaco vive, en efecto, en una situación de anarquía crónica, y su decadencia política es tal que los estados extranjeros han adoptado la costumbre de inmiscuirse constantemente en sus asuntos internos.
Un Estado codiciado
Con diecisiete millones de habitantes, mayoritariamente campesinos, católicos, protestantes u ortodoxos, Polonia es, en pleno siglo XVIII, uno de los países más vastos de Europa, compuesto por tierras fértiles y ciudades antiguas. El país es codiciado por las monarquías absolutas que se han constituido en sus fronteras: el Imperio ruso, al este; Prusia, al oeste; y Austria, al sur. El Estado polaco es también una república, que gobierna a título no hereditario un rey, elegido por los nobles. Ese rey comparte el poder con dos asambleas, el Senado y la Cámara de los nuncios, que juntos forman la Dieta, que se reúne cada dos años. El uso del liberum veto, que permite a un solo miembro de esta Dieta oponerse a la puesta en vigor de una decisión, paraliza su funcionamiento, mientras que la política de clanes, que enfrenta a varias familias y grupos de familias nobles polacas, favorece las intervenciones extranjeras, cuando llega el momento de elegir al rey..
Cuadro El pastel de los reyes o Alegoría del reparto de Polonia, grabado del s. XVIII
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