sábado, 5 de noviembre de 2016

El reparto, una iniciativa prusiana

Ante la dificultad de pacificación del país, Catalina II acepta otra solución: la del reparto puro y duro de esta región, que se refuerza políticamente y que rehúsa a todas luces aceptar su influencia.
En este proyecto trabaja, desde 1769, fecha de la redacción de su Testamento Político, el rey de Prusia Federcio II: para él exige la Prusia polaca y la región del Vístula, es decir, un territorio próspero,  e inicia un acercamiento a Austria, para que Rusia transija. Ante el peligro de un conflicto, Catalania en 1770 y María Teresa de Austrai en 1771 aceptan definitivamente la solución que el prusiano propone: el 25 de julio de 1772, el tratado de reparto es firmado por las tres potencias, Catalina de Rusia recibe Bielorrusia al norte de la Duina y al este del Dniéper; Federico II consigue el Ermeland y la Prusia occidental menos los enclaves de Thorn y de Dantzig; María Teresa de Austria aumenta sus territorios con la Galitzia oriental y la Pequeña Polonia, excepto Cracovia. En 1773, la amenaza rusa fuerza a la Dieta polaca a avalar esas decisiones.

El fin de un república
El país ha perdido cuatro millones de habitantes. Sus fronteras se han reducido al este, al sur y al oeste. Le queda una muy estrecha fachada marítima al norte, pero las carreteras y las vías fluviales no permitn ninguna comunicación entre el interior del país y esa salida al Báltico, una de las fuentes históricas de la riqueza comercial polaca. En 1775, la decadencia económica del país es definitiva: Prusia impone a Polonia un tratado comercial, que sitúa la economía de ésta bajo su control. La situación política no es la mejor: el mismo año, Rusia impone a Polonia un nueva constitución, que la convierte en su protectorado. Las tres grandes potencias de Europa Oriental se han repartido una República ya debilitada, que han acabado de arruinar.




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